Diario de una educadora

Con permiso de su autora, mi amiga Marina P., quería compartir esta sincera y concienciada reflexión sobre el papel del educador. Ojalá que hubiera más profesionales com ella en este mundo, no se puede perder la esperanza y la ilusión en un trabajo así. Feliz 2011 para todas y todos, ¡este año promete!


"¿Realmente pensamos que los alumnos y alumnas aprenderán a convivir si no confiamos en ellos?
¿Qué derecho tenemos a criticar su forma de ser? ¿A creernos dueños de sus destino?¿A pensar por ellos y a predestinar su futuro?
¿Dónde queda la empatía? No sabemos nada de sus vidas, de sus procesos de adaptación, del ambiente que tienen en sus casa y, sin embargo, nos legitimizamos a nosotros mismo para decir, muy firmemente, que el alumnado no tiene interés.
En realidad, uno de los grandes fallos de la educación empieza en la sala de profesores.
¿Cómo pretendemos educar a los chicos que padecen gravísimos problemas sociales si el diálogo no existe entre nosotros, lo "profesionales". Nos atrevemos a criticarlos, a adoptar posiciones de superioridad frente a sus familías y frente a ellos mismos.
Estamos ante otra hipocresía más. Nos empeñamos en buscar el defecto en el otro, a sabiendas que éste recorre nuestras malas acciones educativas.
Dibujo un claustro donde no hay comunicación, donde al recién llegado (sea alumno/a o maestro/a) se le trata como al que está por irse (y, por tanto, no interesa...) Un lugar hostil, donde los defectos más humanos están en su máxima esplender (envidias, celos, inseguridad, egoísmo...), donde el diálogo y la reflexión son vistos como los anhelos de los ilusos, de los que acaban de comenzar. - Ya verás cuando lleves los años que yo llevo...- te repiten una y otra vez, para justificar su falta de profesionalidad o su pérdida de ilusión...
¿Por qué ésta pérdida? ¿Alguna vez la tuvieron? Me lleno de impotencia al escuchar por los pasillos: -Éste no tiene motivación, lo único que le funcionan son las "ostias"- ; - A éste no le pases ni una; - Éste otro es un mentiroso-; - Éste promete (promete que será una "pieza")
Tristemente, éste es el discurso que, mayoritariamente, recorre las escuelas...
Así, entonces, los educadores y educadoras nos sumamos al mensaje neoliberal. Actuamos como parches, o ni si quiera eso. ¿El pobre siempre será pobre? Porque eso es lo que necesita inmortalizar este sistema desigualitario. Adoctamos la idea pestalotzziana, enseñamos al alumnado a adaptarse a su miseria... , aguantamos a los "piezas de los alumnos/as" hasta que acaben la escolaridad y que, después, se encarguen otros (a veces, si puede ser antes mejor que después...)

Con esta realidad ¿dónde queda la verdadera apuesta? ¿y el sueño por el que luchar? Lso profesionales en las escuelas no soñamos juntos. Parece ser que no hay ilusiones por cambiar sus destinos (destinos que no han elegido, es decir, destinos que les han tocado vivir), no hay ilusiones por apostar y por creer en sus posibilidades. Repetimos, repetimos y repetimos frases hechas que destrozan toda identidad, toda posible oportunidad.
Tengo la sensación de que, en muchas ocasiones, somos nosotros mismos quiénes los avocamos al fracaso.

MI CARTA DE REYES MAGOS:
Necesito compañeros y compañeras dispuestos a soñar. Compañeros/as con quien poder crecer, reflexionar, dudar, cuestionar, dialogar ... APOSTAR POR LA EDUCACIÓN
Así que si a alguno de vosotros les toca el cupón y se anima a construir una escuela, no dudeis en contar conmigo!!!"

Gracias a tí, Marina, por poner en palabras tantas verdades acalladas. ¡Me uno a tu escuela! ¿Alguien más?

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